Si algo demuestran los números es la creciente popularidad de los tatuajes,
en particular entre los más jóvenes. Su crecimiento es exponencial y esto
multiplica los riesgos, sobre todo en lo que respecta a las posibilidades de
contraer una infección tras hacerse un tatuaje, un peligro mayor de lo que
muchos creen.
Que se lo pregunten si no a la mujer australiana que sufrió una 15 años después de haberse tatuado. En un primer momento, pensó que los bultos aparecidos en su antebrazo se debían a un tumor, motivo por el que acudió corriendo al hospital. Allí los doctores retiraron el tejido y se dieron cuenta que “sólo” eran nódulos linfáticos inflamados.
El motivo por el que existe el peligro de infección tras tatuarte es nada
más y nada menos que la tinta, más allá de poder contraer una enfermedad si
la higiene no es la adecuada. La tinta contiene componentes químicos que van
a parar al sistema linfático y que pueden provocar reacciones alérgicas.
Los doctores están muy preocupados por la popularización de los tatuajes,
que podría multiplicar los casos de infecciones derivadas de ellos. Según
indican, no es poco habitual que se produzcan hasta 15 años después de
haberse realizado, como en el caso de esta mujer australiana.
La recomendación va en dirección a pacientes y doctores.
Los primeros deben informarse al detalle sobre la composición de la tinta
utilizada en el centro donde piensan tatuarse, así como sobre las posibles
alergias que les puedan generar. Por parte de los segundos, es obligatorio
preguntar si tiene algún tatuaje a las personas que sufran un linfoma.
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